Los autores de este libro creen, firmemente, en el poder educativo de la lectura. Saben que sin lectura no hay educación; porque el verdadero aprendizaje necesita de la comprensión, de esas interpretaciones que hacemos de todo cuanto forma parte de lo que nos educa.
La lectura es parte integral del entorno donde se lleva a cabo y del propio contexto donde se ha construido su contenido. Sin olvidar que leer contenidos en una sola dirección y con una finalidad adiestradora, ni es sano, ni es constructivo, más bien suele ser destructivo para la formación de las personas que lo hacen y para el entorno donde se desarrollan.
No podemos dudar de que la lectura es un recurso educativo excelente para ampliar nuestra visión del mundo, aumentando nuestra capacidad de pensar, de conocer y de vivir; porque leer nos enseña también a aprender a vivir. Hemos de aceptar el poder socializador de la lectura por sí misma, para ampliar nuestra comprensión del mundo, el espíritu para mejorar y reforzar nuestra capacidad de cooperación y el valor de lo social. Esta es la idea que ha de movernos para educar una sociedad que lea, que así crezca en conciencia social y en bienestar.
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