El Quijote a través de las colecciones de cromos
En la década de los años 20, las colecciones de cromos españolas experimentaron una marcada tendencia hacia los contenidos pedagógicos, con el propósito de hacer llegar de forma clara y sencilla diversos aspectos culturales a los más jóvenes. En este sentido, se produjo la proliferación de colecciones basadas en biografías de reyes, músicos, pintores y escritores, monumentos de España, etcétera Sin embargo, las editoriales encontraron su mayor filón en las adaptaciones literarias, ya que éstas, en la mayoría de los casos, ya estaban debidamente ilustradas. Surgieron así los álbumes basados en las fábulas de Andersen, Perrault o los hermanos Grimm, realizados en la década de los años 40 por las editoriales Bruguera y Aguilar, en los Cuentos populares de Calleja (Triunfo, 1956), o en tantas otras reconocidas novelas como Los viajes de Gulliver, Robinson Crusoe, Las mil y una noches, Los tres mosqueteros (Aguilar, 1954), 20.000 leguas de viaje submarino (Ferma, 1956), etcétera Y, por supuesto, no podían faltar las adaptaciones de la más reconocida novela de la literatura española y mundial: El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha (1605) y El Ingenioso Caballero don Quijote de la Mancha (1615) de Miguel de Cervantes y Saavedra (1547 – 1616).
Desde mediados del siglo XIX, Don Quijote se convirtió en una inagotable fuente de inspiración para célebres artistas y dibujantes como Gustave Doré (1863), Staal (1864), Apeles Mestres (1879), Jaume Pahissa y Laporta (1897), Ignacio Hernández Suñer “Íñigo” (1950), Salvador Dalí (1957) o Albert José Segrelles (1966), entre tantos otros, cuyas ilustraciones formaron parte de las numerosas ediciones (nacionales y extranjeras) y de las versiones adaptadas y abreviadas que se han venido realizando de las andanzas de Alonso Quijano y Sancho Panza. Un extenso y prolífico repertorio de imágenes, en las que cada artista nos ofrece su propia visión de este mítico antihéroe manchego, que fue recogido por los fabricantes españoles de principios del siglo XX para generar un pintoresco merchandising. Diapositivas de cristal coloreadas a mano, vitolas de puro, sellos de correos, naipes, comics, postales y, por supuesto, cromos son algunos de los objetos con los que se popularizaron las imágenes creadas por los ilustradores anteriormente citados. Hoy en día, todos estos materiales son considerados como valiosas piezas de coleccionismo entre las que destacan las cuidadas colecciones de cromos. Firmas como “Matías López”, “Martini & Rossi”, “Chocolates Amatller”, “Cromos El Niño”, “Ediciones España”, “Chocolates Torras”, “Chocolates Lloveras”, “Aceite de Ricino Chelvi” o “Danone” respaldaron la creación de álbumes editados de forma impecable y con ilustraciones cuidadosamente seleccionadas. De este modo, se alentaba un coleccionismo popular de calidad y, al mismo tiempo, se promovía la lectura de este clásico de nuestra literatura.
A través de los álbumes, que presentan una gran heterogeneidad entre sí, se nos ofrece una amplia y rica colección de imágenes que, de forma exhaustiva, recogen la casi totalidad de episodios de El Quijote (tengamos en cuenta que las dos partes de esta obra suman 126 capítulos y que únicamente el álbum ilustrado por Íñigo cuenta con 240 cromos). No obstante, los distintos ilustradores muestran una clara predilección por ciertos episodios, por lo general los más populares, que aparecen repetidos en todos los casos: don Quijote en la venta, velando las armas y siendo armado caballero; el donoso escrutinio; el desigual enfrentamiento con los molinos; la prueba del bálsamo de Fierabrás; el manteo de Sancho; el hallazgo del yelmo de Mambrino; la libertad de los galeotes; don Quijote cumpliendo penitencia en Sierra Morena; el ataque a los cueros de vino; la historia del cautivo y Zoraida; el encierro de don Quijote en el carro; el encuentro con Aldonza; la lucha de don Quijote con el león; la cueva de Montesinos; los molineros; don Quijote y los duques; el vuelo de Clavileño; el gobierno de Sancho en su ínsula; reencuentro de Sancho y su Rucio; batallas con los toros y con los cerdos; azotes de Sancho; muerte de Alonso Quijano. En este sentido, la aportación más interesante de esta selección reside en comprobar cómo aborda cada ilustrador los distintos episodios, estableciéndose claras diferencias entre unos y otros a la hora de representar los hechos imaginados por don Quijote o la realidad constatada por Sancho.
Por otro lado, dejando a un lado estas escenas comunes a la mayoría de las colecciones, cada artista realiza su propia selección de episodios teniendo en cuenta los aspectos que más le interesan resaltar de la narración (humorísticos, fantásticos, dramáticos, violentos, paródicos, etcétera). De estas particularidades nos ocuparemos en la reseña que ofrecemos de cada uno de las colecciones.